El pozo de Vargas  

Publicado por Fredagrico


En la imagen superior podemos ver el sitio conocido como el pozo de Vargas, cercano a la capital riojana donde en lugar de agua para beber, encontraron la muerte cerca de mil valientes gauchos que se oponían al centralismo porteño y que estaban comandados por el caudillo Felipe Varela.
Corría el año 1867 a quince años de la derrota rosista en Caseros, en el gobierno porteño estaba Bartolomé Mitre embarcado en la sangrienta guerra contra el Paraguay, se desata la rebelión en el noroeste junto a las provincias cuyanas, con gran apoyo popular ya que la gente del campo se sentía carne de cañón de los porteños. Varela regresa de Chile con 15 soldados y pronto reúne 5000 cuando toma La Rioja, eran valientes pero mal armados.
Varela enfila hacia Catamarca para extender la revolución, cuando se le avisa que el coronel Angelino Taboada comandando las fuerzas oficiales de Mitre ocupa La Rioja, ocacionando la vuelta inmediata de Varela a La Rioja con el inevitable enfrentamiento y la batalla más sangrienta que se recuerda en una zamba...



Combate del Pozo de Vargas



Coronel Felipe Varela (1819-1870)

Felipe Varela, estanciero en La Rioja y coronel del ejército del Chacho, había participado en las montoneras de este último hasta su muerte, en 1863. Durante su exilio en Chile se vinculó con la Unión Americana comprendiendo que “las secciones aisladas de América serán siempre entidades políticas insignificantes (…) unidas se bastarán a sí mismas para la defensa de su autonomía e independencia”.

Al enterarse del tratado de la triple Alianza decide cruzar la cordillera para pelear, junto con emigrados argentinos y algunos chilenos, que suman alrededor de 200, contra el gobierno nacional de Mitre. Su propósito era continuar la lucha del Chacho.

Inmediatamente, el 6 de diciembre de 1866, lanza su proclama. En ella afirma: “Desde que aquél (Mitre) usurpó el gobierno de la nación, el monopolio de los tesoros públicos y la absorción de las rentas provinciales vinieron a ser patrimonio de los porteños, condenando a los provincianos a cederles hasta el pan que le reservara para sus hijos (…) Esta es la política de Mitre”.
A pesar de que el gobierno de Mitre no quiere dar mayor trascendencia al resurgimiento de la guerrilla del Noroeste, para circunscribir la insurrección, él mismo abandona el frente del Paraguay con 3.500 hombres para controlar la situación interna. Pero ya Varela cuenta con 4.000 hombres detrás de su bandera: “¡Federación o muerte! ¡Viva la Unión Americana! ¡Viva el ilustre Capitán General Urquiza! ¡Abajo los negreros traidores a la patria!”. También Varela, como el Chacho unos años antes, esperará que Urquiza se ponga a la cabeza de la insurrección, mientras en éste pesaban los intereses que lo ligaban al Banco de Londres y a la continuación de la Guerra con el Paraguay. En nada coincidirá su pensamiento con “nuestro programa es la práctica estricta de la constitución jurada y el orden común, la paz y amistad con el Paraguay”.
La proclama de Varela era clara. Sabe a quién esconden los enemigos visibles: al Imperio Británico que, en sutil maniobra, tiende a hacer depender económicamente a todo el continente sudamericano de él y conseguir así importantísimas ganancias. Por eso dice: “¡Compatriotas a las armas!… es el grito que se arranca del corazón de todos los buenos argentinos. ¡Abajo los infractores de la ley! ¡Abajo los traidores a la patria! ¡Abajo los mercaderes de cruces en la Uruguayana, a precio de oro, de lágrimas y de sangre argentina y oriental! ¡Atrás los usurpadores de las rentas y derechos de las provincias, en beneficio de un pueblo vano, déspota e indolente!”.

Pero, a pesar del apoyo de los pueblos de las provincias, el poder de las montoneras era muy inferior: con sus lanzas no podían enfrentar las nuevas armas que poseían los Paunero, los Arredondo o los Taboada.

Un duro golpe es para Varela la batalla del Pozo de Vargas, en abril de 1867. Los nacionales después de largas horas de combate lo obligan a retirarse con sus tropas maltrechas. Sin embargo, no obstante el desastre sufrido, pocos meses después se encuentra en condiciones de tomar Salta con mil de sus hombres. La ciudad estuvo en su poder durante unas pocas horas y, aunque mucho se ha mencionado el atropello de la montonera, nadie pudo atestiguar el saqueo. Finalmente, Varela se dirige a Jujuy, seguido de cerca por Navarro, del ejército mitrista, y se ve obligado a refugiarse en Bolivia.

En 1868, al enterarse del asesinato de Aurelio Zalazar, vuelve Varela con sus gauchos. Pero es vencido y debe exiliarse definitivamente en Chile, adonde marcha enfermo y con una veintena de hombres. Muere en Copiapó el 4 de junio de 1870. La repatriación de sus restos se efectuó en febrero de 1974.

“¡Compatriotas nacionalistas! El campo de la lid nos mostrará el enemigo; allá os invita a recoger los laureles del triunfo o la muerte, vuestro coronel y amigo, Felipe Varela”. Estas eran las últimas palabras de su proclama.


La Música en el Pozo de Vargas y la "Zamba de Varela"

 Varela es conocido musicalmente como el “derrotado en Pozo de Vargas” por los santiagueños de Taboada, gracias a la ejecución de la “zamba de Vargas”.
De esta manera, no sólo se presenta el enfrentamiento en Pozo de Vargas, como un choque entre riojanos y santiagueños, desapareciendo todo el contexto real y las banderas efectivas que los dos sectores llevaban al combate, sino que la derrota de Varela se esencializa, digámoslo así, en un tema folklórico inspirado en una “simpática” tradición popular.  La mentira queda así encubierta por la charlatanería histórica ataviada de tradicionalismo, que silencia también, por supuesto, la existencia de los fusiles “Sharp” mandados por Sarmiento desde EE.UU, en poder de las tropas de Taboada.
Ni los investigadores del folklore, también ellos dependientes del aparato cultural oficial, se molestaron en verificar seriamente el origen y contenido apócrifo de esta versión.  No hacemos referencia aquí, ni siquiera a la necesidad que tenían de revisar la historia cristalizada del mitrismo o de documentarse acerca del hecho histórico.  Hubiese bastado con que aplicando el sentido común, revisasen la versión “legendaria” de la batalla.  Con ese simple procedimiento lógico, habrían caído entonces, en la comprobación de que al borde del desastre atropellados por los temibles montoneros, improvisar una zamba de tal efecto combativo, que pudiera en una suerte de terapia bélico-musical, invertir el resultado de la acción, resulta totalmente imposible.
Ya este “a priori” de crítica interna descalifica a la fuente.  La investigación de la misma, en efecto, verifica su falsedad.  En primer lugar, ambos ejércitos tenían sus respectivas bandas.  Además, era norma tradicional ejecutar música antes de comenzar la batalla.  La banda de Varela lanzó al aire los sones de una zamba con cierta influencia lugareña de zamacueca chilena, que por otra parte no era improvisada, sino aceptada en las filas montoneras desde el comienzo del pronunciamiento:

A la carga, a la carga
dijo Varela
salgan los laguneros
rompan trincheras, ¡si!
vamos al verde
porque las esperanzas
nunca se pierden.
……………………….
Rompan trincheras, si,
dijo Elizondo,
aura pues laguneros
de dos en fondo.
De dos en fondo, si
dice Guayama
a la plaza muchachos
tengamos fama.

En todas las áreas culturales folklóricas del noroeste argentino, se encuentran sintomáticas variaciones de esta zamba de Varela.
La banda  de Taboada contestó con una chacarera, conocida precisamente como “chacarera de los Taboada”, que tampoco era una improvisación:

¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! i chacarera
chacarera de La Rioja
en Santiago también la bailan
después de tomar aloja.
………………………..
¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! i chacarera
chacarera de los Taboada
zapatea fuerte y diles
¡y también soy de Taboada!
………………………..

Aún en Santiago, pago de Taboada, donde se recogió, lógicamente la falsa versión “histórico-musical”, se registraron posteriormente, testimonios de lo en verdad ocurrido.  Hasta los “amigos de los Taboada”, conocían la “zamba de Vargas como “zamba de Varela”.
De cualquier manera, lo fundamental históricamente considerado, es que la música nada tuvo que ver con lo ocurrido en el campo de batalla.  La ridícula miscelánea mitrista cumplió empero una función útil: presentar a “Pozo de Vargas” como una derrota de Varela.  Y logró además, que ésta se recordara perpetuamente, bajo “formas musicales”.
Aún en nuestros días, por el mismo camino metodológico, se presenta a Felipe Varela, en zambas para consumo del Barrio Norte porteño, como un asesino y azote del noroeste argentino.  Y lo mismo acontece, en Salta por ejemplo, en consonancia con el pensamiento antivarelista de la oligarquía salteña.
Por eso es necesario examinar fidedignamente lo que ocurrió realmente en Pozo de Vargas.
Comenzaremos por ello, con el relato de la batalla en su “Manifiesto”: “El 2 de abril emprendí mi marcha con dirección a La Rioja, resuelto a dar una batalla campal.  La decisión de mis soldados, el entusiasmo que reinaba en todos ellos, su conocido valor, me hacía ver el triunfo cierto de mis armas, por más que fuese doble el número de los enemigos.  Unas cuantas leguas antes de llegar a La Rioja, donde el enemigo me aguarda parapetado, se encuentra una estancia llamada “Las Mesillas”, punto donde precisamente debía refrescarse algunas horas mi tropa, proveyéndola de agua para ir luego a empeñar el combate.  A uno de los jefes de más alta importancia de La Rioja, había encargado hiciese proveer de agua las represas de la mencionada estancia, porque sin ese elemento, en todo el rigor de los ardientes soles, era imposible conducir el ejército a la pelea, so pena de hacerlo morir de sed.  Nunca pude yo dudar de la integridad y honradez de un hombre de alta posición social, Coronel de la Nación, antiguo y constante partidario de la causa que yo defendía.
“Cualquiera en mi lugar hubiese hecho igual confianza que yo en ese personaje de buenos antecedentes, a quien no nombro, porque no se me atribuya que el espíritu de venganza me lleva a infamar nombres propios.
“Ello es que el mencionado Señor a quien había yo encargado accidentalmente del estado mayor, porque el propietario entraba a mandar el costado derecho en la batalla, me dio parte de estar todo listo y dispuesto como para que acampara el ejército.  En esta convicción, aunque mal municionado, si se quiere, emprendí la marcha en busca del enemigo.
“El 10 de abril, a las tres de la mañana llegué a las “Mesillas” a tres leguas y media del enemigo, cuyas avanzadas se batieron ese día, y fue terrible mi sorpresa al no hallar en las represas una gota de agua para mi gente y para las caballadas, cuando todos venían ya acosados por la sed.  Contramarchar al frente del enemigo no me era posible, pues otra columna me acechaba desde Catamarca, y me imponía que el enemigo que dejaba me picase la retaguardia y me tomasen entre dos fuegos.  Tuve indispensablemente que presentar batalla en ese día, so pena de arruinar por completo mi ejército.  Así fue que a la una de la tarde desplegué la columna en batalla sobre el enemigo, que ocupaba una posición ventajosa, parapetado tras los cerros y en un terreno sumamente fragoso, de modo que no podían obrar las caballerías sobre las infanterías enemigas.
“Tres soldados chilenos, sofocados por el calor, por el polvo y por el cansancio, espiraron de sed antes del combate.
“Al segundo disparo de mis cañones, huyeron las caballerías enemigas, yendo en su persecución las mías de tal modo enceguecidas, que cuando mis infanterías necesitaron protección, apenas había un pequeño regimiento de reserva con que dársela, el que no podía obrar por los inconvenientes del terreno.  El campo y las filas enemigas, sin embargo, habían sido cortadas por todas partes por mis valientes, de manera que el convoy del general Taboada, jefe de las fuerzas enemigas, fue sacado por mis soldados del centro mismo de sus infanterías.  El fuego, mientras tanto, era vivísimo, hasta que a las oraciones, mi ejército estaba deshecho, como el del enemigo y si bien no había sufrido una derrota, comprendí que el triunfo por mi parte en esos momentos era imposible.
“En estas circunstancias, al anochecer, los ecos de las trompas enemigas rasgaban el aire tocando reunión general, porque sus ejércitos estaban desorganizados, y sus voces se confundían con mis cornetas que también tocaban reunión.  Los fuegos pararon, sólo se oían los gemidos de los heridos, cuando emprendí mi retirada de nuevo al campo de “Mesillas” con 800 y pico de hombres, dispuesto a dar una tentativa al día siguiente, pues el fuerte aguacero que se desarrollaba en esos momentos, me facilitaba el agua para refrescar mi tropa.  La noche fue crudísima, el agua caía a torrente y los tiros de los disparos se oían por todas partes.  Algunos jefes cobardes que huyeron a Chile, esparcieron el terror en mis soldados durante la noche, diciéndoles que el enemigo nos perseguía.  Cuando amaneció el día siguiente me hallaba sólo rodeado de 180 hombres, unos sin armas, otros con armas inutilizadas, y ya toda tentativa de ataque, por mi parte se hizo imposible, absolutamente imposible.  Sin embargo, envié algunos jefes de mi confianza a ciertos puntos de reunir dispersos, indicándoles Jáchal como punto de reunión, para volver a reorganizarnos.  Tal es el desenlace de la batalla de Pozo de Vargas, en La Rioja, en diez de abril de 1867, que costó a los beligerantes 700 muertos”.
Pero es necesario completar el relato de Varela –en el cual el episodio musical, por habitual e intrascendente lógicamente no aparece- con la versión de sus adversarios, para aclarar cómo ocurrieron verdaderamente los sucesos.  El 23 de abril de 1867, desde Rosario, Melquíades Salvá, le escribe al Gral. Urquiza: “Mi estimado General y Amigo: Adjunto a V.E. un boletín publicado en ésta con noticias de las Provincias.  Se que el Ministro de la Guerra espera confirmación de ellas.
“También transcribo lo más importante de la correspondencia que también recibo de Córdoba.  Yo me encuentro mareado con todo esto de noticias, tan contradictorias.
“Córdoba 18 – El hecho de armas de La Rioja se conoce ya suficientemente.  Horas después de salir la diligencia fui informado satisfactoriamente, Varela se destacó con algunas fuerzas de Caballería e Infantería sobre la Ciudad donde estaban los Taboada, con un ejército de dos mil y tantos hombres y en su mayor parte infantería pues Campos al volver a Catamarca había dejado su infantería que se incorporó a la Columna del general Taboada.
“Salió éste a la altura de 18 cuadras de la plaza y esperó al enemigo en un paraje llamado “Pozo de Vargas” antigua bebida para las ansias que vienen a la Ciudad, y que por lo mismo tienen en su contorno una explanada a obra que ofrecía espacio, aunque no extenso para tender alguna línea de fuerza, con la ventaja de poder resguardar los flancos y retaguardia por los cercos y montes de Talares y Espinillo que abundan allí; digo cercos, porque alcanzan ese punto de los suburbios de la Ciudad.
“El enemigo cargó con tal audacia y tenacidad, especialmente a la Caballería Santiagueña, que muy luego fue puesta fuera de combate muriendo en la pelea el jefe principal y más distinguido por sus calidades, el Comandante Albornoz”.
“Desecha la Caballería Santiagueña y apurada la infantería, recurrió éste a la formación de los grandes cuadros para resistir.
“En este estado una columna enemiga que operaba por retaguardia cayó sobre los bagajes, y no escapó objeto alguno del convoy: todo se lo llevó dejando al Ejército Nacional sin más que el uniforme que vestía y las armas con que peleaba.  El equipaje del general Taboada, entró en el botín.
“Realizada esta operación, y por ostentar sin duda alguna otra mira, vino a ocupar la ciudad Carlos Alvarez, con los escuadrones de su mando hizo abrir los templos para que salieran las familias que se habían refugiado allí: estuvo de felicitaciones y en contacto con el vecindario que lo saludaba como a vencedor.  Una hora permaneció en esa confianza, esperando que rendidas las infanterías santiagueñas como el suponía que debía suceder en los momentos que se desviaba del campo de batalla para entrar a la plaza; pero que advertido por el toque de los tambores que se concentraban aquellas a la plaza en retirada, la desocupó y se marchó a replegarse a su ejército, como lo verificó sin que nadie lo estorbase, porque tampoco había quedado enemigo a caballo.
“El resultado del combate fue que Varela no pudiendo vencer la resistencia de las infanterías contrarias, por la superioridad numérica, y por las desventajas que la localidad le proporcionaba sobre las que tiene consigo esta arma servida por fuerzas bien disciplinadas, se dio por satisfecho con haber derrotado la Caballería y apoderado del Convoy y bagajes, sin dejar nada que se contenga en la significación de estas palabras, y se retiró a cinco leguas de la Ciudad donde sentó sus reales, tranquilo pues no había enemigo que pueda buscarlo.
“Esta relación la hacen varias cartas de personas de la Ciudad, y entre ellas un tal San Román, tío del que fue Gobernador, y D. Cesario Dávila,  liberales notables.
“Agregan que se retiró Varela con 200 y tantos infantes chilenos.  Se comprende que traería a la pelea aquellos 300 infantes que tenía, pasados del otro lado de la Cordillera hace algún tiempo.
“Carlos Angel había quedado con el resto del Ejército Riojano en un punto del Departamento de Arauco cuyo nombre no recuerdo.  Chumbita venía volviendo de Catamarca, población rayana con La Rioja.
“La posición del Ejército Santiagueño, es como se comprende, muy crítica después de haber perdido sus Caballerías, o la mayor parte de ellas y su convoy y bagajes, pues en La Rioja no tienen como reponer esas pérdidas, ni puede esperar recursos, porque para el lado del Norte están interpuestas las fuerzas enemigas, y al Sodoeste, o rumbo a San Juan, están los llanos con sus horribles travesías.
“Me dicen que a otro rumbo de la Capital hay algunas estancias, pero se supone se habían agotado los recursos que ellos hayan tenido, durante la permanencia de las fuerzas expedicionarias.
“Volviendo a la historia del Combate, algo se confirma por el temor del parte mismo del General Taboada, o por el Comentario a que se presta.
“Se ve que él ha quedado en las posiciones porque su infantería era superior a la del enemigo.  Ha sucedido lo que sucede siempre en casos semejantes que la infantería, o pereció toda, lo que es rarísimo, o queda en el campo o cerca de él, o se rinde cuando hay poder bastante para ello.
“Probablemente será sitiada la división Santiagueña, y se verá obligada a retirarse como pueda…”.
En la batalla de Pozo de Vargas, se produjo una situación bastante común en la lucha montonera.  Los hombres de Varela privaron del parque a Taboada, representante del mitrismo.  También ocurrió que lo dejaron sin caballería.  Episodio bastante “lamentable”,  para un “vencedor oficial”.
Pero es también exacto que Varela no logró su objetivo principal: dominar La Rioja.  Del relato de Varela surge un dato fundamental: la sed, la falta de agua en el ejército montonero.  Ni el mejor armamento de Taboada, ni su ventaja numérica podrían ser suficientes motivos de la derrota del caudillo americano.  Sólo la sed sería su vencedora.
Es necesario señalar, sin embargo, que todos los testigos partidarios de la oligarquía de Buenos Aires entendieron que Varela había sido el vencedor en la batalla.  Sólo Taboada “escapó” a ese realismo bélico.  Porque si bien, en el concepto tradicional, quien se retiraba del campo de batalla era el vencido, y el que quedaba, el vencedor, la técnica guerrillera montonera, había alterado esos conceptos.
No escapaba en cambio, a los testigos y observadores políticos, que Felipe Varela había dejado sin parque y sin caballería, al general de la “Cotton Supply Association”.  Fue la dudosa situación planteada en Vargas la que llevó a Taboada a explotar políticamente la mentirosa leyenda de la “zamba de Vargas”, tranquilizante musical de la “conciencia histórica” de la oligarquía, y antecedente útil para su candidatura presidencial, que no se concretaría como él deseaba.
Pero Varela experimentaría, en Vargas, una pérdida grave: su compañera Dolores Díaz caería en poder de los Taboada.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Peña, R. O. y Duhalde. E. – Felipe Varela – Schapire editor – Buenos Aires (1975).
www.revisionistas.com.ar

Para concluir quiero expresar que los argentinos no debemos seguir la historia de "los que ganan", tenemos el deber y el derecho de construir la verdadera historia en la que todos nos podamos ver reflejados, sin disfraces, humanos y falibles, pero hermanados por el amor a la tierra que habitamos y a la sangre derramada por años y años de hostilidad fraterna.
Para tener una visión más amplia y revisionista de los sucesos descriptos anteriormente recomiendo visitar una página escrita con las palabras autorizadas de José Maria Rosa. (link)
Por la Verdad y la Justicia...

Justicia por Lila Downs y Enrique Burnbury

Whoa! Black Betty Bam Ba Lam  

Publicado por Fredagrico

 Varias veces desce no hace cuanto, cada vez que escucho la canción Black Betty (Betty la Negra), empiezo a batir palmas y a moverme como un esclavo negro recién salido de una plantación de algodón. No podés sustraerte a esa cadencia rítmica afro-americana.
Con las posibilidades de la internet, uno se ve obligado en ciertos casos a averiguar cual es el origen de las cosas, y una de ellas es que carajo dicen en la letra y Black Betty es un verdadero enigma. Aparentemente uno siente que se refiere a una negra que tienen un hijo, que la vuelve loca, que vino de Birmingham camino a Alabama y que es fuerte y siempre predispuesta a vaya saber que... Y mejor no hablemos del bam ba lam que se repite hasta el mismo trance.
Primero vamos a leer (english) y a escuchar la versión que conocí en los ´70 a Black Betty por Ram Jam:



 
Ram Jam - Black Betty
Black Betty

Whoa, Black Betty (Bam-ba-Lam)
Whoa, Black Betty (Bam-ba-Lam)
Black Betty had a child (Bam-ba-Lam)
The damn thing gone wild (Bam-ba-Lam)
She said, "I'm worryin' outta mind" (Bam-ba-Lam)
The damn thing gone blind (Bam-ba-Lam)
I said Oh, Black Betty (Bam-ba-Lam)
Whoa, Black Betty (Bam-ba-Lam)

Oh, Black Betty (Bam-ba-Lam)
Whoa, Black Betty (Bam-ba-Lam)

She really gets me high (Bam-ba-Lam)
You know that's no lie (Bam-ba-Lam)
She's so rock steady (Bam-ba-Lam)
And she's always ready (Bam-ba-Lam)
Whoa, Black Betty (Bam-ba-Lam)
Whoa, Black Betty (Bam-ba-Lam)

Whoa, Black Betty (Bam-ba-Lam)
Whoa, Black Betty (Bam-ba-Lam)

She's from Birmingham (Bam-ba-Lam)
Way down in Alabam' (Bam-ba-Lam)
Well, she's shakin' that thing (Bam-ba-Lam)
Boy, she makes me sing (Bam-ba-Lam)
Whoa, Black Betty (Bam-ba-Lam)
Whoa, Black Betty
BAM-BA-LAM
"Black Betty" (Roud 11668) es una  canción de trabajo Afro-Americana del siglo XX acreditada segun dicen a  Huddie "Lead Belly" Ledbetter , se cree que hay grabaciones anteriores a la de el. Algunas fuentes afirman que la de Lead Belly es una de las primeras de varias adaptaciones del folclore original;[1] en este caso una cadencia marchosa  del siglo XVIII aparentemente referida al  mosquete de chispa. En 1933, los musicólogos norteamericanos John y Alan Lomax, grabaron la primera versión de "Black Betty", interpretada a capella en la voz del convicto James Baker en una granja de Texa, escuchemos:



No fue hasta 1939 cuando la canción vio la luz de forma oficial. En ese año, el legendario bluesman Leadbelly registró el tema, también a capella. La canción en su garganta es un auténtico lamento.

LEADBELLY - Nacido como Huddie William Leadbetter el 15 de Enerode 1888, en la plantación Jeter cercana a Mooringsport, Louisiana. Ledbetter se interesó en la música  desde los 5 años. Su tío Terrell le regaló su primer instrumento,  un acordeón. El jóven Ledbetter fué un muchacho fuerte, que cosechaba cantidades prodigiosas de algodón, una capacidad considerada legendaria cuando estuvo encarcelado en la adultez. Empezó con la guitarra en 1903, lo cual junto a su capacidad para bailar y cantar  lo convirtió en un animador de las fiestas en Mooringsport. Al año siguiente Leadbelly, comenzó a frecuentar St.Paul’s Bottom, un conocido lugar de luz roja de Shreveport, Louisiana.  Como forma de sustento tocaba la guitarra y trabajaba de empleado segun su necesidad. Por 1915 conoció a Blind Lemon Jefferson.

Comenzó a viajar y trabajar con el legendario Bluesman. En ese momento la guitarra favorita de Lead Belly fué la Stella de 12 cuerdas. En 1918, asesina a un hombre en una pelea, lo sentencian a 30 años de trabajo forzado. Leadbelly permanece la mayor parte de los siguientes 7 años bajo el sistema penal de Texas  convirtiéndose en leyenda debido a su capacidad para trabajar y cantar. Estando en prisión,  cantó una balada para el gobernador Pat Neff en Enero de 1924, obteniendo el perdón y concediéndolé la libertad  durante uno de los ultimos actos oficiales de Neff. Ya liberado, Leadbelly pudo escuchar grabaciones de  Blues de Bessie Smith, su amigo Blind Lemon Jefferson, y Big Bill Broonzy. Vivió en Shreveport y Houston de 1925 a 1930 pero, pero a diferencia de Blind Lemon Jefferson, y los Memphis Jug Band, que tuvieron grabaciones exitosas durante este período, el no grabó comercialmente. Leadbelly es arrestado por intento de homicidio en 1930 y lo enviaron a la famosa prisión Angola , la penitenciaría estatal de Louisiana. El folklorista John Lomax y su hijo Alan llegaron a  Angola  en Julio de 1933 tpara grabar  `canciones del trabajo de los negros' para la Biblioteca del Congreso, Lomax grabó 100 canciones con Leadbelly en unos pocos días. En 1934, Lomax peticiona al Gobernador Allen acompañada de una grabación que había hecho con Leadbelly y fué perdonado ese año. Se muda a New York y se convierte en uno de los más populares cantantes de Folk de los años 30's. Se hace de amigos y trabaja con varios talentosos como Sonny Terry n' Brownie McGhee. Leadbelly realiza su primer grabación comercial para el sello ARC en Enero de 1935 qu incluyen las canciones Goodnight Irene, Black Betty, Good Morning Blues, John Hardy, Gallows Poles, Rock Island Line y Midnight Special. Se convierte en referente del ' movimiento folk ' desde los 30s a los  40s, grabado y actuando hasta que lo encuentra la muerte durante una gira europea enl 6 de Diciembre de 1949. Tantos artistas han tocado el repertorio de Leadbelly, como la leyenda del blues británico Long John Baldry's en su tributo, 'Recordando a Leadbelly'. Leadbelly fué incluido en el Salón de la Fama de la Fundación de  Blues en 1986 y en el Salón de la Fama del Rock n' Roll en 1988.

Escuchamos
Volviendo al significado de la canción existen varias posibilidades:
Black Betty es:
  • Un fusíl de chispa con mecanismo de piedra que se usó en la guerra civil norteamericana y que los soldados abrazaban como si se llevara un niño, luego cambiada por uno con culata de nogal que pasaron a llamar Brown Bessie (Betty Marrón hija de Betty la Negra). Bam ba lam es el ruido de los disparos.
  • Una botella de whisky conocida como Negra Betty que se obtenía como premio al ganador de entre los amigos del novio de una carrera de una milla hasta el lugar de la ceremonia durante las bodas, la botella se la vaciaban entre el novio y los amigos...
  • Según los negros, se llamaba de esa manera al carro de transporte de presos.
  • Según John Lomax y a raíz de las entrevistas al bluesman  James Baker en la prisión, se usaba este nombre para mencionar al látigo negro que usaban en la prisión para castigar.
Cabe mencionar que hasta la década del 60 se usaba en la jerga de las prisiones del sur a Black Betty como el carro de transporte como al látigo que aún se usaba...hmmm.
Mejor escuchemos una versión mix de ...que va a ser Black Betty y guarda con el látigo!

El joven Lennon  

Publicado por Fredagrico


El marinero bajó la escalerilla del Gulf of Stars, un paquebote destartalado que
milagrosamente flotaba. Era mestizo. Iba cargado con un petate corriente. Saludó al
oficial de guardia y pisó tierra con una sonrisa. Luego echó a andar.
El lugar que ocupaba John, apacible y despreocupado, era estratégico. Estaba
subido en un murete.
El puerto en otoño le atraía sin poder explicar el motivo. Tampoco le importaba.
Solía guiarse por su instinto. El puerto, y especialmente su gente, eran la libertad, el
paradigma de lo inescrutable, el misterio de lo desconocido. En sus ojos llevaban el
reflejo de las estrellas de otros cielos, y en sus zapatos el polvo de otros caminos, de
ciudades fascinantes. Tenían mil historias guardadas en sus cabezas, y la sensación de
dar vueltas en círculos, sin ir a ninguna parte, como a veces le sucedía a él.
Y eso que jamás se había movido de Liverpool.
—¡Eh, chico! ¿Te interesa comprar buenos discos?
El marinero estaba a su lado, y el saco en el suelo, aunque bien sujeto con su mano
derecha. John le miró confuso por la pregunta.
—¿Qué clase de discos? —preguntó, desconfiado.
—Discos —repitió el hombre, como si esto sólo ya fuera suficiente—. Lo más
nuevo de Estados Unidos.
—¿Johnnie Ray, Cole y todo eso?
—¡Vamos, chico, te estoy hablando de música! ¿Y de quién me hablas tú? ¡Yo
hablo de rhythm & blues!
Se agachó, abrió el petate, metió una mano y sacó media docena de discos.
Parecía que éstos eran el único contenido del saco. John vio en las cubiertas los
nombres de Little Walter Jacobs, Lightnin Hopkins, Big Bill Broonzy, Big Mama Thornton,
Professor Longhair.
—No conozco a ninguno —dijo el muchacho.
La desilusión se asomó al rostro del marinero. Su voz jugó a toda una sinfonía de
inflexiones.
—¡Diablos! —miró a su alrededor—. ¿Esto es Liverpool? ¡No, me habré
equivocado! Claro que puede ser Liverpool y yo he tenido la mala suerte de dar contigo
—hizo un gesto de conmiseración—. ¡Bah, aquí en Inglaterra no hacéis más que
porquería, y es una pena!
Metió de nuevo los discos en el petate y John tuvo una de sus intuiciones. Se movió
inquieto. Discos americanos de verdad, y al alcance de su... Contó mentalmente el
dinero que llevaba en el bolsillo, todo lo recogido en su cumpleaños.
—Si pudiera oírlos...
—¿Oírlos? —le salió espontáneamente—. ¡Me los quitan de las manos, chico! Ahí
delante —y señaló la ciudad— sí que hay gente interesada de verdad. Yo creía que tú
eras uno de los listos, que no querías que nadie se te adelantase. Tengo prisa y clientes.
Lo siento.
Hizo ademán de querer continuar su camino.
—¿Cuánto? —preguntó John.
—¡Ah, veo que te interesa y estás regateándome! —dijo el marinero guiñando un
ojo—. Está bien, veamos; llevo unos cien —escrutó la cara de su posible comprador al
decir—: ¿Tú no llevarás encima cinco libras?
La cara de John le indicó que no las llevaba.
—Son de lo último, chico, están prácticamente nuevos y has de valorar el
transporte.
John parecía desalentado, pero superó la primera impresión. Aquel tipo tenía
ganas de comenzar a vaciar su petate, y difícilmente colocaría todo el lote de una vez.
En una tienda tampoco le darían más.
Aquellos discos parecían extraordinariamente buenos.
—Seis por un chelín —ofreció de repente—, y yo los escojo.
Un claxon cercano ahogó la protesta del marinero.
6
—¿Has pagado media corona por esto?
La voz de Griffiths reflejaba todo el horror que sentía. Shotton y Hanson
secundaban perfectamente su incredulidad.
—Esto es música de verdad, lo que se hace en América, y aquí no nos enteramos
porque la BBC sólo pone las cursiladas de siempre.
—¿Cómo sabes que es música de verdad, lo último y todo eso, si ni siquiera los
oíste al comprarlos? ¡Ese marinero te hizo un lavado de cerebro y te endosó un muerto!
—¡Pero bueno! —John dejó de defenderse y pasó al ataque—. ¿Tú crees que yo
no sé quiénes son Big Mama Thornton o los Ink Spots?
Sus tres compañeros quedaron desarmados. Griffiths le miró con un destello de
admiración.
—¿De verdad los conocías?
—Si a uno le gusta la música, ha de estar preparado y enterado de todo lo que
funciona. Por supuesto no conozco estas canciones —subrayó las dos últimas
palabras—, porque son las últimas que han grabado.
—¿Y de qué estilo son? —preguntó Shotton.
—Rhythm & blues —recordó las palabras del marinero en pleno negocio y
agregó—: El rhythm & blues es la base del montaje americano, ¿sabes? Los negros
hacen las canciones y luego van los blancos, hacen su propia versión, la endulzan, y las
convierten en éxito. Pero ¡aquí está la inspiración original!

(Fragmento de El joven Lennon de Jordi Sierra i Fabra )

Esta parte del libro me hizo acordar a mi mismo cuando juntaba las monedas para comprarme un disco simple de vinilo con dos temas (uno por lado) a mis 13 años, algunos eran del mimísimo Lennon y los disfrutaba tanto como el de los rhythm & blues de Big Mama Thornton...Pensar que cumpliría 70 años, que jodida es la vida que te maten por ser notable, es decir por destacar sobre la mediocridad de un mundo absurdo...mierda!.

Hound Dog por Big Mama Thornton

Este es mi tiburón  

Publicado por Fredagrico

Como loco enfermo por la música, he probado cantidades de sitios, programas y radios online sobre este tema, y tengo que decir que lo mejor que he escuchado hasta ahora es el servicio de música online de Grooveshark. Millones de canciones. Encuentra la tuya..
Tiene numerosas posibilidades para crear tus listas de reproducción y la base de datos de temas es enooorme. Como yo soy devoto especialmente del rock argentino he encontrado casi siempre lo que busco. Si visitan la web de Grooveshark estará alli mi lista de canciones favoritas fredagrico's playlist  que los podrá acompañar mientras toman su desayuno o merienda, mientras van al baño diario o sacuden simplemente la modorra de los sinsabores en la rutina de la sociedad actual que nos agobia y sucumbe.....terminé.