Podríamos repasar nuestra historia y la de miles, concluyendo que de nuestro paso por la tierra muchas veces se convierte en un proceso meramente acumulativo, hijos, casa, auto, empresa, barcos, bicicleta, usted ponga lo que quiera, etc.. Y es que el sentimiento de propiedad es muy fuerte en nuestra cultura. Esto es mío, yo lo compré, yo lo regalo, yo lo hice; la fuerza del yo que nos mantiene ocupados y preocupados por años, años y años, hasta que se termina todo y se te cierran los ojos definitivamente. Y es así que lamentablemente, todo el esfuerzo puesto al servicio del yo se hace polvo en el tiempo y en el espacio, más tarde ó más temprano.
Tal vez seamos solamente víctimas del sueño eterno, buscando dejar nuestro rastro por aquí ó por allá. Fíjense que la mayoría de los esfuerzos individuales del ser humano son perecederos, como la vida misma del individuo.
La pregunta del millón sería: ¿ Vale el esfuerzo?, ¿Cualquier costo está justificado?. Los partidarios del progresismo dirán que es el precio del futuro venturoso por el que hay que pagar en pos de la felicidad que vendrá.
Los fabricantes de sueños dirán que hay que mantener nuestro tiempo ocupado en la búsqueda de metas que nos movilicen. La búsqueda en movimiento, la dinámica que borra la inacción que nos carcome y debilita.
Se arman entramados, redes ilusorias construidas por el ser humano que hacen de su vida y la de miles de otros, un proceso complejo, de tiempo completo y a mi juicio autodestructivo.
Y yo en este derrotero, pienso y comparto con mis semejantes, si defiendo la libertad y no quiero que esta sea una postura declamativa y nada más. ¿ Dónde está la verdad que nos hará libres?.
Creo que la respuesta más aproximada estará cuando eliminemos el yo (ego) de la misma, pensemos en lo colectivo en vez de lo individual, dejemos de ponerle precio a nuestra vida, llenemos nuestro momento de belleza, arte y felicidad. Hay que terminar de una vez por todas con los calculadores, los que hacen cuentas todos los días de cuanto hay que poner para hacer tal o cual cosa. Enfrascados en un proceso vil y miserable.
Al fin y al cabo esta vida es un sueño, un viaje en el que miramos por la ventanilla paisajes y situaciones que nos entretienen. Aprender mirando es la consigna, "toquemos de oído", mientra nuestro tren avanza inexorable a su destino y aún así sobra tiempo para la reflexión, para hacer que este viaje por lo menos para mí valga la pena...
¡Mientras tanto hay que seguir rockeando!
Rock me baby por Mike Onesko Blues Band
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on sábado, diciembre 05, 2009
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