A raíz de los sucesos por los que atravesó Haití como consecuencia del terremoto, era raro e intrigante a la vez observar por televisión la cobertura infatigable de la CNN y como hacían tanto hincapié en el humanitario papel que hacian pueblo y gobierno norteamericanos para la ayuda del pais caribeño.
El extraño amor de EEUU por Haití Alexis J. Guerra C.
El asombro, la preocupación, la tristeza y toda la gama de sentimientos que genera lo sucedido en el cercano Haití, concita a una reflexión donde se cruzan informaciones variadas acerca de la colaboración internacional que se despliega en términos de ayuda humanitaria. En ese escenario, resalta particularmente la manera como Estados Unidos asume esa tarea, utilizando para ello, de facto, su aparato militar. El Secretario de Estado francés de Cooperación, Alain Joyandet, denunció, desde Puerto Príncipe, que “se trata de ayudar a Haití no de ocupar Haití”, y solicitó a la Organización de las Naciones Unidas, ONU, que definiese el papel de la potencia norteamericana en el país caribeño. Vale preguntarse, entonces: ¿Y ese extraño amor de EEUU por Haití? O si se quiere, ¿Y ese interés? El psicólogo argentino Walter Riso, publico hace un par de años un libro que se titula Amores altamente peligrosos, cuyo subtitulo descubre el contenido y puede encajar en las interrogantes planteadas: "Los estilos afectivos de los cuales será mejor no enamorarse: cómo identificarlos y afrontarlos". Hay amores que matan y en las relaciones de pareja hay que esgrimir siempre la carta de la Declaración de los Derechos Humanos, recomienda el citado autor.
En eso de relaciones afectivas entre ambas naciones, un Informe de Médicos sin Fronteras (Las crisis humanitarias más olvidadas) destaca que en el año 2006, la magnitud de la crisis que vive Haití, pese a que se encuentra a poco más de 80 kilómetros de Estados Unidos, fue casi totalmente ignorada por los medios de comunicación norteamericanos.
Resulta un lugar común en el análisis, la referencia a la historia de Haití como una secuencia de golpes de Estado y desastres naturales, como si el país se hubiera ido desangrando y acumulando deudas con su propia historia, según reseña el diario La Nación. A lo cual agregamos, y otros países con ella. Releyendo un viejo texto de Eduardo Galeano (Los pecados de Haití) escrito en 1996, apreciamos, por ejemplo, que en 1700, Haití (Santo Domingo) era una colonia francesa que, en tanto posesión europea estratégica, rivalizaba con las colonias norteamericanas, al punto de producirse en sus plantaciones casi la mitad del café y del azúcar del mundo.
Cuando los EEUU, primero, y luego Francia, se constituyen en naciones independientes y soberanas, al grito de “libertad, igualdad y fraternidad”, en el último tercio del siglo XVIII, los esclavos haitianos hicieron suyas tales demandas. Pelearon por ellas hasta derrotar a las tropas de Napoleón Bonaparte y erigirse como el primer país libre de América, en 1801. EEUU, que ya había conquistado su independencia, contaba con medio millón de esclavos trabajando en las plantaciones de tabaco y algodón. Thomas Jefferson, presidente norteamericano, reputado como uno de los padres de la democracia en ese país, llegó a ser propietario de 180 esclavos. A decir del autor uruguayo, llegó a proclamar que todos los hombres son iguales, menos los negros que han sido, son y serán inferiores. El poder político estaba asociado a los intereses agrarios. Hubo que esperar más de cincuenta años, otro contexto, para que Lincoln aboliese la esclavitud y le diese reconocimiento diplomático a Haití, en 1862.
En eso de las “deudas con su propia historia”, el balance contable ignora la que impuso Europa al gobierno haitiano, obligado a pagar una indemnización enorme a Francia, por el delito de liberación. Asimismo, que EEUU invadió Haití en 1915, gobernó hasta 1934, y se retiró cuando logró, entre otros objetivos, cobrar las deudas del país con el City Bank. En medio de la tragedia actual, presenciamos el Mea Culpa de Francia, al condonar la deuda.
En el teatro de operaciones que EEUU ha montado en Haití, el baile de máscaras es apropiado para expresar afectos. La imagen televisiva mostró a Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama, al momento de este último designarlos como promotores para coordinar la ayuda humanitaria, diciendo que “al unir esfuerzos de esta manera, estos dos líderes envían un mensaje inconfundible al pueblo de Haití y al mundo”. Otra lectura diría a los ingenuos que soñaron con una política exterior distinta que se bajen de esa nube, que no hay diferencias. El cinismo está de plácemes. Después que Micheletti fue reconocido por sus partidarios como benefactor político de Honduras, puede que Irak y Haití les sonrían a los ex mandatarios.
En torno a la supuesta maldición que pesa sobre Haití, el reverendo norteamericano Pat Robertson, el mismo que alentara en años pasados el asesinato de Chávez, desde su púlpito televisivo lanzó a sus seguidores religiosos su prédica. Diciendo que el sismo fue causado por un pacto con el diablo que el país caribeño hizo en 1804, para lograr su independencia. De nuevo el maniqueísmo se hace presente, como cuando el deslave de Vargas hizo decir a un Cardenal criollo que dicha tragedia era culpa de Chávez.
Si nos preguntamos: ¿Qué planes tiene EEUU con Haití? ¿Y ese amor por Haití? La respuesta tal vez esté en la sabiduría popular: “El amor y el interés se fueron al campo un día y más pudo el interés que el amor que le tenía” (El Impulso, 22/01/2010).- Para completar esta entrada mejor ponernos un toque de romance debajo del lóbulo de la oreja izquierda y suspirando profundo escuchar a Vox Dei... Puedes Pensar lo que Quieras de Mi por Voxdei